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SAN SEBASTIÁN 2022 Competición

Crítica: Il Boemo

por 

- El boyante biopic del compositor checo Josef Mysliveček realizado por Petr Vaclav rebosa música e instintos humanos, pero no le vendría mal más desafío y más suciedad

Crítica: Il Boemo
Vojtěch Dyk en Il Boemo

La vida del compositor Josef Mysliveček no fue una cualquiera. Nacido en Praga en 1737, se traslada de joven a Venecia para estudiar violín, y ahí nace Giuseppe “il Boemo”, literalmente “el Bohemio”, una manera para los italianos de evitar su impronunciable apellido, y también de recordarle continuamente que es un extranjero que debe encontrar su sitio. Es en esta nota musical en donde empieza Il Boemo [+lee también:
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, el biopic realizado por el checo Petr Vaclav, que compite por la Concha de Oro en el 70° Festival de San Sebastián, y que ya ha sido elegida como la representante checa en la carrera a los Óscar.

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Vaclav decide poner en escena la búsqueda de Mysliveček de una forma clara. Con las herramientas de una ampulosa producción de época, Il Boemo sigue a su personaje principal a lo largo de su integración en las altas esferas de la ópera de Italia. Intuimos que el actor Vojtěch Dyk fue elegido para el papel por su belleza y su porte (“¿sois todos tan altos en vuestra patria?”, le pregunta su aprendiz y amante) y por su carrera como cantante y líder de grupos musicales. Quién mejor para dar vida a una estrella de la música del siglo XVIII que una estrella de la música del siglo XXI. El hilo argumental del éxito a través de sus aventuras con las mujeres (la aristócrata que lo introduce en la élite de desenfreno interpretada por Elena Radonicich, la gran soprano Caterina Gabrielli interpretada por Barbara Ronchi, o su último amor, la mujer de un posesivo noble, interpretada por Lana Vlady) es una manera de llegar a los instintos que mueven a las personas, aunque se echa de menos una forma menos masculino-céntrica, que no repita el cliché de las mujeres desnudas y los hombres tapados con todas las capas de ropa posibles.

Il Boemo tiene una virtud, aparte de darle a la música un papel central con numerosas escenas pegadas a la garganta de los cantantes, que es la de indagar en esos impulsos y mostrar que la ópera es un lugar en donde se practica sexo, se come y se escupe, se defeca (en su curioso encuentro con el joven rey de Nápoles interpretado por Mirko Ciccariello), se tienen ataques de ansiedad y se acometen intentos de suicidio por desamor. Vaclav, que había destacado con cine social como su desafiante We Are Never Alone [+lee también:
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, no pierde por completo ese gusto por el barro, por mancharse las manos, aunque aquí bien podría estar más presente. Al final, en la larga duración de la película, cuesta encontrar un aporte que eleve a la cinta por encima de los biopics de la época (y claro, quizá lo tenía difícil, la sombra del Amadeus de Milos Forman es alargada).

El legado de Mysliveček no ha gozado de una especial relevancia a lo largo de los años, y Vaclav decide poner las cosas en su sitio. Al final de la película, se nos recuerda la relevancia de sus creaciones con el hecho de que Mozart utilizó un par de ellas para su obra Ridente la calma. De hecho, un joven Mozart (interpretado por Philip Amadeus Hahn) se reserva una de las escenas más destacables de la película. La vida de Mysliveček no acabó de la mejor de las maneras, muriendo desfigurado por la sífilis en 1781 en Roma, en donde se cubría la cara con una máscara, pero una muy diferente de las que llevaba durante su boyante juventud en Venecia. Una máscara como la de la película, una elaborada muestra de cine de época que sin embargo podría habersela quitado un poco más a menudo para sumergirse por completo en el barro.

Il Boemo es una producción de Mimesis Film (República Checa), Dugong Films (Italia) y Sentimentalfilm (Eslovaquia). La francesa Loco Films la vende al extranjero.

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