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SAN SEBASTIAN 2022 Fuera de competición

Crítica: La (très) grande évasion

por 

- Yannick Kergoat firma un comprometido y nítido documental, a la vez pedagógico, divertido y terriblemente edificante sobre la evasión fiscal a gran escala

Crítica: La (très) grande évasion

“No es una cuestión abstracta, sino el síntoma de un problema grave”. Sobre el papel, el deseo de dirigir una película accesible a los no iniciados sobre los sofisticados mecanismos de evasión fiscal de las empresas y de las fortunas más grandes del mundo y sobre su estrecha connivencia con un sistema político y económico que, en apariencia, no deja de denunciar estas prácticas muy poco democráticas, estaba lejos de ser una apuesta ganadora, sin contar las potenciales crisis nerviosas (incluso judiciales) que puede desencadenar dicha investigación profunda destinada a un público amplio, ya que los poderosos de este mundo son bastante quisquillosos en materia de exposición de los entresijos y tratos entre amigos del sistema globalizado.

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Es, además, la primera línea de defensa orquestada por los que se encuentran en este momento (y desde hace décadas) con las manos en la masa: “Es complicado”. Y bien, esa cortina de humo de cifras que marean, esas prácticas financieras ocultas (paraísos fiscales, listas negras verdaderas-falsas, torbellino internacional de testaferros, circuitos tentaculares de circulación de dinero opacados lo máximo posible, “doble irlandés”, “sándwich holandés”, “tax ruling”, y hasta la idea de localizar beneficios en los satélites geoestacionarios del espacio no gravable, etc.), esos debates de especialistas y ese discurso político pseudo voluntarista del que se hacen eco: en La (très) grande évasion [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, estrenada fuera de competición en el 70º Festival de San Sebastián, el documentalista Yannick Kergoat consigue explicar estos temas a la perfección, como un cazador de vampiros que los persigue con un proyector para acorralarlos en los rincones más oscuros; y todo eso, que no duele nada, con mucho humor.

Apple, Google, Amazon, Airbnb, el “milagro” luxemburgués, los casos franceses Balkany y Cahuzac, la industria de los paraísos fiscales y sus batallones de consultores de optimización fiscal, la competición entre Estados por atraer los capitales, los Panamá Papers, la proliferación de paraísos fiscales y de bancos, etc.: la película y su “guía del astuto” vuelven a trazar con una gran claridad (ayudada por intervenciones de empleados) los casos a menudo conocidos, pero cuya acumulación establece una evidencia sistémica. Pero el principal interés de la propuesta es ponerlos en perspectiva para controlarlos con el sistema más amplio que existe, pero que en realidad parece formar parte del problema. En este sentido, el desfile de políticos destacados y de todos los partidos, desde los años 70 hasta hoy, que se presentan como caballeros blancos de la lucha contra la evasión fiscal, el descifrado minucioso y una ironía cruel de los resultados de estos desvaríos (o de estas mentiras, como queramos llamarlos) es muy edificante. Y más cuando oponemos, como hace con agudeza y energía La (très) grande évasion, las sumas astronómicas en cuestión (cada año, 600 mil millones de euros de beneficios son deslocalizados en los paraísos fiscales) al mantra perpetuo y planetario de los poderes públicos sobre la necesidad de frenar las deudas nacionales principalmente a través de los recortes en servicio públicos (educación, sanidad, etc.).

Una puesta en evidencia mordaz donde el director (acreditado como guionista del documental junto al periodista Denis Robert), que no esconde su compromiso, llega a una conclusión simple y radical: “la evasión fiscal es un deporte reservado a los más ricos”, en un entorno estatal dominado por oligarquías que fingen jugar a policías y ladrones (expertos en evasión), mientras las clases medias y las PYMES pagan los platos rotos, y por extensión casi la totalidad de la población, juguetes de un mundo donde “el dinero mágico” existe, pero la mayoría de las veces fuera del alcance del bien común. Una reflexión que sin duda algunos calificarán de izquierdista, pero que ante todo es una declaración implacable de sentido común (incluso desalentadora) que la película hace accesible a todos gracias a un montaje hábil que entrelaza los archivos, con resúmenes animados educativos y originales, y con un sentido del humor general muy desarrollado y salvador. En cuanto a la implementación a partir del próximo año por los países de la OCDE de una tasa de imposición mundial mínima del 15 % para las multinacionales, estamos ante un pequeño paso de un camino muy largo hacia la justicia fiscal donde los bandidos de los atajos y los profesionales de la exploración de las lagunas legales, seguramente no han dicho la última palabra.

La (très) grande évasion ha sido producida por Le Bureau y Wild Bunch, que también gestionan las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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