17/10/2022 - Paul Urkijo logra una película de aventuras fantástico medieval tan arriesgada como emocionante

Hay películas que tienen la capacidad de fascinarte, de llevarte a otros lugares, de crear mundos únicos. No se trata de que la película sea buena (o no simplemente), sino de sentir cierta admiración por ella, de que te emocione, de que te acompañe tiempo después de su proyección. Esto es lo que me ha sucedido con Irati [+lee también:
tráiler
ficha de la película], la nueva película de Paul Urkijo, ganadora del Gran Premio del Público a la mejor película y del premio a Mejores Efectos Especiales de la sección oficial de la 55 edición del Festival de Sitges.

La película de Urkijo es una especie de El señor de los anillos vasco, pero con mucho menos dinero, lo cual ya es todo un mérito para el nivel de producción que es. A través del fantástico, Irati se remonta al siglo VIII para contar la historia de Eneko (Eneko Sagardoy), un joven noble y cristiano de los Pirineos que deberá cumplir la promesa que le hizo a su difunto padre: proteger y liderar a su pueblo en la nueva era. Para conseguirlo, deberá recuperar el cuerpo de este, enterrado de forma pagana junto al tesoro de Carlomagno. Sin embargo, pese a su fe cristiana, necesitará la ayuda de Irati (Edurne Azkarate), una enigmática pagana de la zona que conoció en su niñez. En esa misión, ambos jóvenes vivirán su aventura adentrándose en un extraño bosque donde “todo lo que tiene nombre existe”.

Hay varias cosas que resultan fascinantes de Irati. En primer lugar, su atrevimiento y su modo de resolver ese riesgo. Urkijo escoge un camino difícil y prácticamente intransitado en España (hacer una súper producción y con no tantos recursos para esos niveles) y se sale con un resultado increíble. La propuesta estética del director resulta deslumbrante, mediante unos materiales visuales extraordinarios, consigue llevar el expresionismo al bosque. En ese sentido, el trabajo de fotografía con la luz natural y con fuego real en la oscuridad es uno de los aspectos más deslumbrantes de la película. Todo cuanto acompaña a la puesta en escena de esta propuesta también consigue estar a su altura: el trabajo de arte, de vestuario, de sonido, la música, la elección de los espacios y de su encuadre, contribuye a la creación de ese mundo mágico único. Esa personalidad y esa lucidez del cineasta también se observa desde el guion, en los materiales textuales que utiliza para contar la historia.

Irati es una historia muy local, que parte de los relatos de la mitología vasca de los recuerdos de infancia del director para crear un nuevo espacio de la memoria sentimental. Con ello, alcanza una de las grandes virtudes de la ficción: a partir de lo propio, llegar a lo universal. A través de ello, como sucede en la literatura clásica (también presente en la película), Irati habla de forma poética de asuntos humanos y atemporales. El peso de las raíces, la idea de lealtad y de honor, el significado de la identidad, la lucha por un lugar y el valor de esa lucha, el sentido de la fe, el concepto clásico de “la bella muerte” (llenar la vida de gestas para alcanzar la gloria eterna, ser recordado y amado en la eternidad), el miedo al olvido, la presencia de la muerte en la vida, la búsqueda de los orígenes y el precio de esa búsqueda. Urkijo consigue crear el marco idóneo, intrínsecamente ficticio, para narrar con una belleza épica todas esas cuestiones.

Desde el fantástico, Irati logra ser una película de aventuras (también una historia de amor) tan arriesgada como emocionante. Una película que consigue una magia muy personal, y que, con ello, también logra hablar de la belleza de lo extraño.

Irati es una producción de las compañías Bainet Zinema, Ikusgarri Films, Kilima Media y ETB, que Filmax distribuirá en España el 24 de febrero de 2023.