28/10/2022 - En su documental premiado en DOK Leipzig, Faustine Cros crea un sobrio y profundo retrato de una era a través de su dolorosamente personal historia familiar

Es posible que una persona filme a su familia todos los días y, aun así, sea incapaz de ver lo que tiene delante. Este es sin duda el caso de Jean-Louis, el padre de la directora francesa afincada en Bélgica Faustine Cros, cuyo primer largometraje documental, Une vie comme une autre [+lee también:
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ficha de la película], ha tenido su estreno mundial en el DOK Leipzig, donde ganó la Paloma de Plata (ver noticia).

La película está compuesta principalmente por vídeos caseros grabados por el propio Jean-Louis, que también es cineasta, combinados con el material que la directora ha rodado en la actualidad con su familia. La cinta también incluye a su madre, Valérie, una maquilladora, su hermano Ferdinand y su perro Erbe.

Cuando Faustine empezó a hacer esta película, tenía 30 años, la edad que tenía Valérie cuando la tuvo a ella. La cineasta asegura que, hasta ese momento, no había sido capaz de entender qué es lo que había provocado la depresión de su madre, que la llevó a intentar suicidarse. Ahora es capaz de hablar con ella sobre este tema, pero Valérie no tiene respuestas claras. Solo recuerda que quería desaparecer.

Sin embargo, la imagen general comienza a emerger a través de su atractiva y emotiva narración. Después de tener hijos, Valérie abandonó su trabajo, lo que para ella significaba retirarse de la vida. Antes era una profesional respetada y bien pagada en la industria del cine, y una feminista, aunque no se hubiese reconocido en esos términos.

Mientras sus hijos eran pequeños, Valérie era una madre enérgica e ingeniosa, que corría con ellos de un lado para otro, siempre riendo y bromeando. No obstante, a medida que pasa el tiempo, desde el punto de vista actual, podemos ver claramente signos de depresión. Su marido la filma sentada, sujetándose la cabeza con las manos, mientras los niños arman un escándalo en el fondo, y mantiene la cámara centrada en ella durante medio minuto, sin hablarle.

Cuando lo entrevista su hija, el hombre dice que quería seguir filmando las cosas buenas, para mostrarle a su mujer que no todo era malo, aunque ella empezó a tener "problemas psicológicos". Tampoco podemos decir que sea culpa suya, ya que no estaba preparado para reconocer que la mujer nunca llegó a recuperarse de la pérdida de su trabajo a causa de las responsabilidades de la maternidad. Además, no fue solo él: un psicólogo le había dicho que solo era "tristeza posparto", y el médico de cabecera le aconsejó "ser feliz con su familia". Y estamos hablando de la década de 1990, no de 1890.

Valérie intentó volver a trabajar, pero fue imposible encontrar trabajos a tiempo parcial en su campo. A través de pequeños cortometrajes que rodaban en familia, creó un alter ego, "La Valére", mitad bandida, mitad bruja, probablemente intentando separar de forma inconsciente los aspectos negativos de ser madre. Hay un fragmento especialmente doloroso en el que Cros recuerda lo que escribió en su diario cuando tenía siete años, y cómo reaccionó La Valére. Aun así, la escena en la que Valérie se sincera finalmente resulta todavía más poderosa y conmovedora. Después de eso, Jean-Louis dejó de filmar a su familia.

Une vie comme une autre es una película personal, delicada y sensible, en la que Cros ofrece un retrato en profundidad de una época, sin juzgar a su padre, ni a los hombres en general. La combinación de imágenes de archivo, entrevistas y observación está exquisitamente editada por Cédric Zoenen y la propia Cros (una experimentada editora), logrando encontrar el equilibrio entre el amor que claramente existe en la familia con los momentos más reveladores y dolorosos.

Une vie comme une autre es una coproducción entre la belga Dérives y la francesa Les Films d'Ici. La suiza Lightdox tiene los derechos internacionales.

(Traducción del inglés)