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ARRAS 2022

Crítica: Amore mio

por 

- El primer largometraje de Guillaume Gouix es una road movie familiar que explora tanto el duelo como la sororidad durante una soleada escapada

Crítica: Amore mio
Viggo Ferreira-Redier, Allyson Paradis y Elodie Bouchez en Amore mio

¿El amor debería desaparecer al mismo tiempo que las personas a las que amamos? Seguramente sería más fácil, pero, ¿no es en su permanencia que el amor se vuelve sublime? Esas son las preguntas que plantea Amore mio, el primer largometraje del actor y director francés Guillaume Gouix, presentado en estreno mundial en el Festival de Cine Francófono de Angulema, y que ahora se proyecta en el Arras Film Festival.

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Lola ama a Raphaël, pero Raphaël está muerto. Lo acaban de enterrar. Lola no solo no se atreve a enterrar su amor, sino que tampoco entiende por qué debería infligirse el dolor de los demás, o su doloroso cuidado, mientras su corazón sangra. Y luego está Gaspard, su hijo, a quien le gustaría proteger de lo que ella considera una comedia, una representación del duelo. Entonces, para continuar soñando este amor desaparecido y vivir plenamente sus recuerdos en presente, se lanza a la carretera y se lleva a su hermana, Margaux.

Esta escapada improvisada tiene el sabor tan estimulante como violento de lo inesperado para Margaux, que es opuesta a su hermana. Mientras Lola lleva una vida bohemia, libre de convenciones, aparentemente hecha de amor y de agua fresca, Margaux se sumerge en el trabajo y se refugia en la rutina. El dúo, al principio descompensado, se busca al borde de la carretera, en el habitáculo transformado en habitación de ecos, donde evoca con modestia recuerdos borrosos y heridas mal cicatrizadas. La búsqueda de levedad y de despreocupación de Lola para engañar a la muerte supone un inesperado cambio de aires para Margaux, que a su vez encontrará su propio impulso liberador. Mientras el duelo de Lola y Gaspard hace resurgir otros duelos, Margaux abre una puerta hacia las heridas íntimas que lleva en lo más profundo de sí misma.

Con su primer largometraje, Guillaume Gouix (a quien ya le debemos tres largometrajes) se estrena en un ejercicio de cine codificado, la road movie, para hacer una verdadera declaración de amor a sus actrices, Allyson Paradis, su compañera en la ciudad, grabada en toda su espontaneidad y luminosidad, y Elodie Bouchez, que demuestra una vez más, por si fuera necesario, que puede trascender un plano con una sonrisa o una mirada. A veces podemos preguntarnos hacia dónde nos lleva la historia, si va más allá del entorno construido plano a plano por sus dos actrices. El regreso a la provincia de las dos hermanas a menudo parece un pretexto para magnificar a sus protagonistas, y podemos lamentar que su búsqueda de autenticidad no se base en observar aquello que las rodea. Quizás, a veces, la sed por (de)mostrar el talento y la gracia de sus intérpretes se convierte en un ejercicio de estilo, que roza cierta complacencia y que puede perjudicar a la relación desarrollada con los personajes. Quizás hubiéramos preferido que la declaración de amor del cineasta fuese más allá de las actrices para trascender los personajes, y arrastrar hacia zonas más oscuras este bonito espectáculo.

Amore Mio ha sido producida por Agat Films. Urban Sales gestiona las ventas internacionales y la distribución en Francia. La película se estrenará en Francia el próximo 1 de febrero.

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(Traducción del francés)

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