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BLACK NIGHTS 2022 Competición Óperas primas

Crítica: Pelican

por 

- En su primer largometraje, Filip Heraković se lleva a un futbolista lesionado a un balneario en el que empieza una búsqueda existencial

Crítica: Pelican
Edi Čečić en Pelican

Tal vez se trate de una simple casualidad irónica, o de un ejemplo de programación astuta por parte de un festival, pero el caso es que el estreno de Pelican [+lee también:
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, la ópera prima del cineasta croata Filip Heraković, presentada en el Festival Black Nights de Tallin, tuvo lugar justo un día antes de la inauguración de la Copa Mundial de Fútbol en Catar. Al igual que la competición de la FIFA es probablemente el acontecimiento más contraintuitivo de su categoría (por desarrollarse en un país con escasa o inexistente cultura futbolística y en un momento inusual), la película de Heraković sobre un futbolista es la menos “futbolera” que se ha hecho sobre este tema. En ambos casos, tiene poco que ver con el deporte favorito de las masas.

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Josip, interpretado por el joven actor de teatro Edi Čelić, en su segundo papel cinematográfico (en el mismo año), es un portero que se ve obligado a permanecer en un balneario aislado tras un accidente de esquí. El deportista no encaja en este entorno (habitado por pacientes ancianos y miembros del personal que se muestran distantes), pero tampoco se siente especialmente a gusto consigo mismo. Tiene antojo de un refresco que parece estar prohibido en el resort; se esconde de su propia fama, despreciando a un anciano que lo reconoce como el heroico portero apodado ‘Condor’; le hace un favor de mala gana a su terapeuta (Ivan Glowatzky), apareciendo en su vídeo promocional en YouTube, y ni siquiera parece entusiasmado con su guapa novia influencer (Tena Nemet Brankov) ni con su compañero de equipo (Marko Petrić).

Hay varios indicios que muestran que la vida que Josip conocía podría haber terminado, por lo que intenta forjarse una nueva identidad. En este sentido, colarse en un seminario sobre las emociones en la venta de aspiradoras a domicilio, dirigido a vendedores, bajo la falsa identidad de un hombre llamado Branimir, quizás no sea una idea del todo descabellada. Sin embargo, el frío balneario, con sus extrañas reglas escritas y no escritas, donde los pacientes hablan sobre la muerte y las lesiones, no es precisamente un lugar ideal para una búsqueda existencial. Tal vez los miembros más observadores del personal tengan razón: quizás sea demasiado relajante.

En cualquier caso, aunque el protagonista se encuentre en un camino hacia ninguna parte, la película no lo está, pero necesita mucho tiempo, giros inesperados, extrañas píldoras de información (como la causa del accidente de esquí de Arnold Schwarzenegger cuando era gobernador de California, o los hábitos alimenticios y la envergadura de las alas de ciertos pájaros, incluido el titular), teorías descabelladas y deseos extravagantes para llegar a su destino. Sin embargo, se trata un viaje agradable, gracias a un inteligente guion firmado por Heraković y Nikolina Bogdanović (que deja muchas cosas sin desvelar, mientras construye sutilmente momentos humorísticos y emotivos), así como a la meticulosa dirección de Heraković y su agudo sentido del estilo visual. Cada uno de los fotogramas está compuesto con gran habilidad por el director de fotografía Tomislav Krnić, que filma con maestría desde la distancia adecuada, mientras que la banda sonora atmosférica de Matej Merlić y el ritmo moderado de la montadora Iva Ivan encajan perfectamente con el tono de la película.

Heraković también demuestra un control absoluto en la dirección de actores. Edi Čelić subactúa constantemente, lo que en realidad se ajusta a su personaje, mientras que sus movimientos minimalistas dejan espacio para los otros miembros del reparto. Algunos de ellos, como Stojan Matavulj (al que vimos en The Staffroom [+lee también:
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), interpretando al ávido cazador en el seminario de ventas, aprovechan estas oportunidades para hacerse notar.

En definitiva, podríamos clasificar Pelican en la categoría de “corrientes extrañas” (mezclando la frialdad griega con la calidez finlandesa), pero también es divertida y perspicaz. Es una digna incorporación a la serie de películas de croatas primerizos que han debutado este año en el circuito de festivales de primer nivel.

Pelican es una producción mayoritariamente croata, a cargo de Wolfgang & Dolly, coproducida por la portuguesa 119 Marvila Studios.

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(Traducción del inglés)

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