email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

IFFR 2023 Competición Tiger

Crítica: One Last Evening

por 

- El primer largometraje de Lukas Nathrath tiene lugar en un ambiente propio de una cena en el infierno, durante la casi infernal pandemia del COVID-19

Crítica: One Last Evening
(i-d): Isabelle von Stauffenberg, Nikolai Gemel, Pauline Werner, Susanne Dorothea Schneider, Valentin Richter y Julius Forster en One Last Evening

En el drama de cámara millennial consciente de sí mismo One Last Evening [+lee también:
tráiler
entrevista: Lukas Nathrath
ficha de la película
]
, una particular nota de terror parece golpear las caras de los personajes principales, sobre todo al joven con cara de niño Clemens (Sebastian Jakob Doppelbauer): la incipiente constatación de que ya no son tan jóvenes, y de que la vida de repente se ha vuelto muy seria. Desde su nombre generacional en adelante, siempre ha habido algo de Peter Pan en los millennials, el primer grupo demográfico en llegar a la mayoría de edad en el siglo XXI y cosechar los frutos de la tecnología y la economía, y quizás disfrutar de una especie de adolescencia extendida o periodo de latencia facilitado por dichos factores. Pero ahora el juego ha terminado, y habiendo visto Friends, han envejecido en esa etapa de casa en propiedad (o alquiler) y se han convertido a regañadientes en Enemigos

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

Estrenada en la Competición Tiger del IFFR, y dirigida por el director nacido en 1990 Lukas Nathrath, el título internacional de esta ópera prima, One Last Evening (que primero fue anunciada con su título original, Letzter Abend), tiene un siniestro parecido con la película, debido a las neurosis de sus personajes (sobre todo Clemens), y el hecho de mudarse a la gran ciudad y sus altos costes —en este caso, a Berlín desde Hannover— parece marcado por una premonición oscura, como una maldición supersticiosa. Clemens, un cantante y compositor de cierto renombre local (para ser sinceros, recuerda al trovador folk de los Cohen, Llewyn Davis, con una música mucho peor), y su novia de toda la vida, Lisa (Pauline Werner), una joven y dotada médica, celebran una especie de “fiesta de despedida” para celebrar el cambio de su modesta Baja Sajonia por la capital del país, por lo que invitan a tres de sus mejores amigos, y se adaptan —a través de giros de la trama absurdos y no muy divertidos— a dos completos extraños en una noche de vino y pasta casera.

Grabada en una localización real durante una semana (un hecho que aumenta la calidez y paciencia retrospectiva hacia la película), One Last Evening tiene un argumento propio de un joven Vinterberg, ya que el trabajo de cámara panorámico de Philip Jestädt lleva la aventura nocturna de la cordialidad a la acritud. Hay desencadenantes internos y externos: Clemens se ha recuperado de una depresión mayor y de una breve hospitalización, y se siente cada vez más inseguro en su relación (se pregunta si debería acompañar a Lisa a Berlín, aunque sabe que no debería enfrentarse a la vida solo en este momento). Los papeles secundarios sentados a la mesa —a saber, Aaron (Valentin Richter), un gurú de la publicidad homosexual; y Marcel (Nikolai Gemel), un actor de teatro en horas bajas y “chico malo”—están estereotipados al máximo, listos para soltar comentarios sociales repetitivos sobre la era Covid, como un hilo de Twitter corpóreo.

Con dos proyectos a gran escala en curso, y un premio de postproducción de Locarno por este trabajo que ya ha conseguido el reconocimiento de la industria, Nathrath quizás no estaría en desacuerdo si dijéramos que One Last Evening es una “carta de presentación”, hecha para exponer sus habilidades para contar historias y fundamentos cinematográficos, y ser un buen escaparate actoral para este reparto cargado de actores noveles. Pero los ardides que obligan a los personajes a permanecer en el lugar son torpes, como una obra de teatro que no ha completado su transición al cine, y el diálogo a menudo da una sensación poco natural, que el trabajo de los actores consigue rescatar. Y no olvidemos el pecado capital que Clemens comete al final de la película, el de sacar una guitarra acústica en una fiesta, aunque su acompañamiento adormilado lleva a los rezagados de la noche a relajar la tensión de la historia hacia un final adorable y lento.

One Last Evening es una producción alemana llevada a cabo por Klinkerfilm. Beta Cinema gestiona las ventas internacionales.

(El artículo continúa más abajo - Inf. publicitaria)

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy