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IFFR 2023 Competición Big Screen

Crítica: Copenhagen Does Not Exist

por 

- El segundo largometraje de Martin Skovbjerg es en general intrigante, pero sus defectos parten de la falta de escritura de algunos de sus personajes principales

Crítica: Copenhagen Does Not Exist
Jonas Holst Schmidt y Angela Bundalovic en Copenhagen Does Not Exist

Estrenado mundialmente en la Competición Big Screen del IFFR 2023, y escrita por el guionista noruego Eskil Vogt (colaborador habitual de Joachim Trier), Copenhagen Does Not Exist [+lee también:
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, el segundo largometraje de Martin Skovbjerg, comienza con una premisa bastante intrigante.

El veinteañero Sander (Jonas Holst Schmidt) está encerrado en un apartamento espacioso y vacío con un chico algo más joven, Viktor (Vilmer Trier Brøgger), y un hombre de unos sesenta años, Porath (Zlatko Buric). Pronto descubrimos que Ida (interpretada por la actriz Angela Bundalovic, a la que vimos recientemente en Copenhagen Cowboy [+lee también:
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), la hija de Porath y hermana de Viktor, desapareció misteriosamente hace unos meses. Porath decide interrogar a Sander para descubrir lo sucedido y le encarga a Viktor que filme toda la conversación.

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Visiblemente agitado, Sander empieza a contarles cómo empezó todo. Al parecer, los dos decidieron abandonar gradualmente todo contacto social, a pesar de vivir en el centro de una ciudad vibrante como Copenhague. Ida se pasaba horas escuchando música con los auriculares, cerca de los altavoces, mientras Sander estaba sentado en el sofá, sin hacer nada. A lo largo de la película nos cuestionaremos constantemente si esta decisión de aislamiento fue consensuada, lo que confiere a todo el relato una atmósfera inquietante, logrando que al espectador le cueste entender quién es realmente el culpable y quién es la víctima.

Dicho esto, el personaje de Sander está muy poco desarrollado. No tiene amigos, parientes, pasado ni trabajo (en cierto momento, afirma de forma distraída que antes era escritor, pero no sabemos hasta qué punto fiarnos de su palabra), además de ser muy poco carismático. Vemos cómo se conocieron (él entabla una conversación casual con Ida en la entrada de un cine), pero al final nos cuesta entender lo que les une. Podríamos pensar que su comportamiento obsesivo es la principal razón por la que siguen juntos, pero podemos ver claramente cómo surge su deseo de separación, por lo que no parece ser el desencadenante de su amor (tóxico). Los personajes de Viktor y Porath sufren la misma falta de profundidad. No sabemos si se trata de una decisión deliberada, pero tal vez Vogt se arriesgó demasiado a la hora de reducir ciertos elementos.

Sin embargo, el final está hermosamente escrito y aporta sentido al camino escogido por Ida y Sander (así como al título de la película) sin ser demasiado dramático ni caer en clichés obvios.

En general, Skovbjerg logra cautivar al público con su exploración del tópico sentimental “tú y yo contra el mundo”. Aun así, algunas decisiones de montaje y guion hacen que la experiencia de visionado resulte a veces demasiado caótica, generando cierta confusión en torno a la cronología de los acontecimientos. Además, la presencia de la cámara filmando toda la conversación acaba siendo redundante, aportando muy poco al desarrollo de la narración.

A pesar de esto, las interpretaciones son muy acertadas. Hasta cierto punto, todos los actores son capaces de dotar a sus personajes de la impronta adecuada a sus retorcidas personalidades. En este sentido, cabe destacar el trabajo de Trier Brøgger en la piel de Viktor, construido a base de largos silencios y miradas escalofriantes. En lo que se refiere al aspecto visual, la dirección de fotografía de Jacob Møller también es extraordinaria: la paleta de colores fríos y el cuidadoso trabajo con los primeros planos son eficaces y encajan con las inquietantes atmósferas que impregnan este drama psicológico.

Copenhagen Does Not Exist es una producción de la danesa Snowglobe. TrustNordisk se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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