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IFFR 2023 Competición Big Screen

Crítica: Não sou nada

por 

- El último largometraje de Edgar Pêra es una electrizante experiencia cinematográfica que rebosa de la inquietud característica de Fernando Pessoa

Crítica: Não sou nada
Miguel Borges y Victoria Guerra en Não sou nada

La vida está llena de paradojas: la nada y la plenitud pueden ir de la mano. Esta es una de las sensaciones que podemos experimentar al leer el título de Não [+lee también:
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, el último largometraje de Edgar Pêra, que participa en la Competición Big Screen del IFFR. Se trata de un título que nos lleva directamente a Álvaro de Campos, uno de los múltiples heterónimos de Fernando Pessoa, y a su poema A Tabacaria. Sin embargo, este es solo el primero de muchos pasos en una película que se sumerge en los textos de Pessoa, inspirándose en ellos para avanzar hacia otra dimensión: un lugar en el que poder captar todo lo que ofrecían, y lo que aún tienen que ofrecer, los escritos del poeta portugués, permitiéndonos soñar con (o a través de) él.

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La película de Pêra nos transporta a un espacio que recuerda a una editorial, donde podemos ver a la mayoría de los (muchos) heterónimos de Pessoa escribiendo, creando, viviendo y respirando. A través de estas oficinas y pasillos, la película nos guía hacia una materialización de lo que podría haber sido la mente de este poeta. No obstante, hay más cosas además de la mente: también tenemos un pabellón psiquiátrico, donde Pessoa (Miguel Borges) está retenido. La fisicidad es crucial: no solo en lo que se refiere al decorado y las localizaciones, sino principalmente en la forma en que las emociones y los pensamientos pueden representarse mediante imágenes en movimiento. Este es precisamente uno de los elementos más destacados de esta película: hay momentos en los que se combinan distintas capas de imágenes para crear la sensación extraña pero maravillosa de ser incapaces de comprender algo, a pesar de estar completamente inmersos en ello. La confusión lleva a la comprensión, con un montaje que consigue generar un gran equilibrio y una sensación de fluidez. A pesar de lo desordenadas y ruidosas que pueden llegar a ser las cosas en este universo onírico, siempre acaban teniendo un sentido, incluso cuando nos enfrentamos a un juego constante de verdadero (real) o falso (irreal).

La propia narración acaba siguiendo una trayectoria clásica, a pesar de todas las desviaciones en el camino (como en la vida). Estamos ante una historia en la que alguien es capaz de desatar todos los nudos de su lucha interior a través del amor. Mediante una banda sonora y un diseño de sonido muy acertados, se nos permite deambular pero nunca quedarnos quietos. Por otra parte, un aspecto que podríamos considerar como un defecto, ya que transmite una cierta sensación artificial, está relacionado con algunos de los elementos del diseño de vestuario: algo que resulta más apreciable al principio, pero que acaba diluyéndose a medida que avanzamos en este “viaje”.

Volviendo al inicio, se trata de una obra que nos ofrece un vistazo a la esencia de Fernando Pessoa, atraída e impulsada de forma natural e inevitable por la electrizante y extática energía de antihéroe que desprende Álvaro de Campos, que no solo inunda la gran pantalla, sino que podría hacerla desbordar. Esto resulta especialmente evidente durante una escena en la que Campos (Albano Jerónimo) se convierte en una especie de director de orquesta para las máquinas de escribir de los otros heterónimos y sus sonidos mecánicos. También se convierte en la fuerza impulsora que permite que este "cinenigma” se desarrolle en toda su extensión. La brillante y extravagante interpretación de Jerónimo también podría jugar un papel crucial en esto. De hecho, todo el reparto ofrece interpretaciones verdaderamente hipnotizadoras, que casi logran hechizar al público.

Não Sou Nada es una producción de Bando À Parte, que también se encarga de las ventas internacionales. Nitrato Filmes se ocupa de la distribución nacional.

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(Traducción del inglés)

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