03/03/2023 - “Alfred Hitchcock” es el narrador del nuevo documental de Mark Cousins, que explora cómo el Maestro del Suspense ha conseguido fascinar al público continuamente durante un siglo

Han pasado más de 100 años desde que Alfred Hitchcock hizo su primer largometraje (Número 13 de 1922, actualmente perdido para la historia del cine). En ese siglo, no solo se ha convertido en uno de los mayores iconos del cine (el término "hitchcockiano" es un adjetivo aceptable dentro del léxico de cualquier aficionado al cine), sino también en uno de los más aclamados y estudiados. Hay libros dedicados a su vida y sus películas que estudian la predilección de Hitch por el voyeurismo, su preocupación por las rubias platino y su problemática relación con el catolicismo, entre otras muchas cosas. Sus películas han sido diseccionadas cuadro por cuadro, y ha habido obras (a saber, la película 78/52 de Alexandre O. Philippe, de 2017) que se han centrado únicamente en las 78 configuraciones de cámara y 52 cortes que conforman uno de los momentos más famosos del cine, la escena de la ducha en Psicosis. ¿Puede Mark Cousins, documentalista juguetón y cinéfilo empedernido, realmente encontrar algo nuevo que decir sobre el Maestro del Suspense? Al menos esa es su intención en su última película, My Name Is Alfred Hitchcock que acaba de estrenarse en el Reino Unido en el Festival de Cine de Glasgow.

Alfred Hitchcock (interpretado por el imitador británico Alistair McGowan, que ofrece una recreación vocal asombrosamente perfecta del director) nos guía a través de numerosas escenas extraídas de su legendaria obra, todas agrupadas en seis capítulos, entre ellos "Escape", "Desire" y "Time". Si bien las "mejores obras" de su canon están presentes y son correctas, con momentos extraídos de Vértigo, Psicosis y Con la muerte en los talones, la película da el mismo peso a sus obras menos conocidas, muchas del cine mudo. Al comentar sobre su vida, los trucos cinematográficos que empleó y su deseo de entretener (así como manipular) a su público devoto, Hitchcock nos hace examinar su trabajo nuevamente.

Aquellos familiarizados con las películas anteriores de Cousins, como The Story of Film [+lee también:
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ficha de la película] y Women Make Film [+lee también:
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ficha de la película], sabrán qué esperar aquí: un rastreo a través de la historia del cine, con varios clips analizados y examinados para tratar de explicar cómo funcionan técnicamente y cómo afectan posteriormente al público. Aún así, no estamos frente a un ejercicio académico.

El truco central de la película –Hitchcock narrando su propio documental– podría parecer autoindulgente por parte de Cousins. Si bien hay momentos que pueden crispar como los constantes cortes a los fotogramas de Hitchcock, la narración se convierte en parte integrante de todo el mito que se construyó alrededor de Hitchcock como persona y artista. Como una figura pública llamativa y conocida, un estatus que rara vez se otorga a quienes trabajan detrás de la cámara, la personalidad pública ligeramente cómica de Hitchcock reflejaba la alegría de sus películas, el juego constante con la realidad y la manipulación de la audiencia. Uno siente que Cousins también nos está recordando la humanidad de Hitch. Con su trabajo tan minuciosamente analizado a lo largo de la historia del cine, él y sus películas han adquirido un estatus mítico, que ha servido para distanciarnos de ellas: están ahí para ser admiradas a nivel técnico, en lugar de ser experimentadas a nivel fanático. El recordatorio de Hitchcock como persona (la narración es algo que uno piensa que el propio Hitchcock habría aprobado tácitamente) reclama su trabajo de algunos de los rincones más secos y polvorientos de la academia cinematográfica.

My Name Is Alfred Hitchcock es una película británica producida por Hopscotch Films. De sus ventas internacionales se ocupa Dogwoof.

(Traducción del inglés por Claudia Vélez)