Crítica: La gran ambición
por Vittoria Scarpa
- La nueva película de Andrea Segre, dedicada al histórico secretario del Partido Comunista italiano Enrico Berlinguer, se mueve entre el compromiso político y la nostalgia de ideologías perdidas

Los años 70 parecen otro mundo: uno de cada tres votantes en Italia apoyaba al Partido Comunista, el debate político tenía una profundidad genuina y la gente se preocupaba más por el bien común que por el beneficio individual. Es precisamente este período de la historia italiana, y uno de sus protagonistas más significativos, los que vuelven finalmente a la gran pantalla en La gran ambición [+lee también:
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ficha de la película], la nueva película de Andrea Segre dedicada al histórico secretario nacional del Partido Comunista, Enrico Berlinguer. Entre multitudes, el mismo ondear de banderas rojas y el pesar por las ideologías perdidas, se inauguró ayer la 19.ª edición de la Fiesta del Cine de Roma, que acogió el estreno mundial de la película dentro de la competición Progressive Cinema.
Estamos ante una película que descansa casi por completo sobre los hombros de Elio Germano, quien se pone en la piel del político que marcó la historia de Italia. La cinta no pretende ser un biopic tradicional y se centra en un período específico, entre 1973 y 1978, cuando el secretario del partido comunista más grande del mundo occidental (con más de un millón setecientos mil miembros y más de 12 millones de votos) alcanzó su apogeo y persiguió su gran ambición de reconciliar el socialismo y la democracia, buscando el diálogo con el partido gobernante, Democracia Cristiana (el llamado “compromiso histórico”), para evitar una caída como la de Allende en Chile. Desde que escapó de un atentado contra la vida del presidente de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, en Sofía (ordenado por los servicios secretos búlgaros y ejecutado por las Brigadas Rojas), pasando por las asambleas del partido y los encuentros con los obreros (donde la cámara se detiene en los rostros de las personas mientras escuchan atentamente cada una de sus palabras), los discursos en el Parlamento y los viajes a Moscú (donde no comparten sus puntos de vista), la vida pública se superpone con la vida privada (que gira en torno a su esposa Letizia, interpretada por Elena Radonicich, y sus cuatro hijos, con quienes mantenía apasionados debates políticos) para retratar a un hombre habitado por su noble ideología, casi hasta la obsesión.
Segre, que ha destacado principalmente como director de documentales, ha basado su trabajo en una investigación meticulosa llevada a cabo junto a su coguionista Marco Pettenello, con el objetivo de transmitir los pensamientos y palabras de Berlinguer, apoyándose en biografías, entrevistas con sus hijos, con familiares y con compañeros del partido, así como transcripciones de las reuniones de la dirección del partido recuperadas en el Instituto Gramsci. El resultado es una reconstrucción fiel y casi documental del camino que llevó hacia la realización de esta gran ambición (o gran ilusión) de crear una sociedad justa, incorporando de forma fluida material de archivo, utilizado tanto con fines didácticos como poéticos (gracias en gran parte al meticuloso montaje de Jacopo Quadri) y acompañado por la música original de Iosonouncane.
En cuanto a Germano (a quien vimos recientemente en Venecia interpretando el papel del mafioso Matteo Messina Denaro en Iddu [+lee también:
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ficha de la película]), galardonado en los Premios David di Donatello, en Cannes y en Berlín, vuelve a confirmar su estatus como uno de los mejores actores de su generación, habitando la figura icónica de Berlinguer para transmitir todo su cansancio y seriedad, sin mencionar el peso de la responsabilidad con el que cargaba y prestando especial atención a la postura física y a los pequeños detalles. También cabe destacar el personaje de Giulio Andreotti, interpretado por Paolo Pierobon, quien evita los manierismos y la caracterización excesiva, y Aldo Moro, interpretado por Roberto Citran, un hombre discreto y estratega, cuyo asesinato puso fin al sueño de unir a comunistas y católicos al frente del país. Por desgracia, todo lo que quedó tras la muerte de Berlinguer (con tan solo 62 años, a consecuencia de un derrame cerebral durante un mitin), fueron el silencio y las lágrimas de su pueblo. Y también nuestras lágrimas, cuarenta años después.
La gran ambición es una producción de Vivo film y Jolefilm junto con RAI Cinema, coproducida por Tarantula (Bélgica) y Agitprop (Bulgaria). La película llegará a los cines italianos el 31 de octubre de la mano de Lucky Red. Fandango Sales se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del italiano)
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