23/05/2005

La 58a edición del Festival de Cannes se acabó ayer por la noche con un palmarés calificado de extraño por múltiples observadores, un toque final muy representativo de la zanja que aumenta poco a poco entre un puro cine de autor y una industria completamente dominada por imperativos comerciales. En efecto, si la Palma de Oro asignada a L'enfant [+lee también:
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entrevista: Luc & Jean-Pierre Dardenne
ficha de la película] de los hermanos Dardenne, el Gran Premio obtenido por Jim Jarmusch (Broken Flowers) y el Premio de la puesta en escena ganado por Michael Haneke (Caché [+lee también:
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entrevista: Margaret Menegoz
entrevista: Michael Haneke
ficha de la película]) se inscriben en una lógica de cine de autor, las dos recompensas obtenidas por The Three Burials of Melquiades Estrada (Tommy Lee Jones intérprete y Guillermo Arriaga mejor guionista), asombraron las críticas internacionales. No que esta producción franca-americana fuera indigna del Festival, pero verla alzarse a este nivel (dos premios sobre siete) aparece como un resultado excesivamente favorable. Evidentemente, las fuertes disensiones que agitaron al jurado dieron a luz de un palmarés de compromiso, como lo prueba también el Premio del jurado otorgado al chino Wang Xiaoshuai por Shangaï Dreams que aburrió a la gran mayoría de los espectadores del Festival.

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Con su impresionante parada de cineastas reputados y sus numerosas películas referentes al regreso del pasado y a la búsqueda de sentido del envejecimiento, la competición oficial reveló una cinematografía mundial en estado de transición. En efecto, los jóvenes realizadores no llegan por el momento a la altura de los cineastas mayores cuyo talento maduro, sin embargo, no ha ofrecido este año ninguna obra maestra incontestable. A excepción de la americana Miranda July (autor de un famoso triple Sundance-Semana de la Crítica-Cámara de Oro con su primer largo Me and You and Everyone we know), las revelaciones faltaron en las secciones paralelas. Y si el joven cine portugués dejó entrever algunas posibilidades de futuro, al igual que el húngaro Kornel Mundruczo, o incluso el violento británico Thomas Clay, el relevo europeo parece tener aún mucho camino que recorrer antes de igualar a la “vieja guardia”. Una conclusión que se aplica muy especialmente al cine francés que se ha mostrado bastante desprovisto este año de nuevos talentos que salgan del ordinario. Sin embargo, el Viejo Continente encontró en Joyeux Noël [+lee también:
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entrevista: Christian Carion
entrevista: Christophe Rossignon
ficha de la película] de Christian Carion a un embajador que, a falta de embalar verdaderamente las críticas, entusiasmó al público y a los compradores. Un éxito que va seguramente permitirle llevar el estandarte europeo en las salas del mundo entero con L’Enfant de los hermanos Dardenne como perfecto complemento en el territorio exigente de los cinéfilos.

(Traducción del francés)