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2. Una pesadilla necesaria

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El ascenso de las coproducciones europeas en Francia parece una cuestión fácil, pero para los productores, en realidad, es mucho más compleja. El aumento de los socios extranjeros y de las fuentes de financiamiento es un verdadero rompecabezas. Una situación que han remarcado tres productores franceses a principios de julio con motivo de una mesa redonda organizada por el Festival “Paris-Cinéma”: Jacques Bidou (JBA Productions) que ha realizado más de 100 películas a través de coproducciones internacionales, entre ellas las recientes Des plumes dans la tête del belga Thomas de Thier y Les mains vides del español Marc Recha; Patrick Sobelman (Agat Fils &Ex Nihilo) productor de la trilogía del belga Lucas Belvaux y de dos largometrajes de la directora franco-islandesa Solveig Anspach; y Joël Farges (Artcam International), especialista en coproducciones internacionales con países del Este como la República Checa, Tajikistan y Kazahkistan.
Primer problema: la difusión. Según Patrick Sobelman, los canales televisivos franceses transmiten cada vez menos películas europeas: “Para las películas realizadas en otros idiomas que no sean el francés, sólo existe el Canal + como posibilidad de compra, si bien no es suficiente aunque se adquieran películas de autores como Moretti, Almodovar o Frears”. Por el contrario, en el Reino Unido, Channel 4 parece ser el único canal televisivo que compre obras en lengua no inglesa. Esta tendencia, según Joël Farges, daña al sector, añadiendo que “en Praga, a excepción de alguna película francesa o alemana, no se pueden ver películas europeas”.
Segundo problema: la complejidad de los planes de financiación para las pequeñas sociedades de producción independiente. Según Jacques Bidou, una coproducción que reúna a cuatro países puede generar 24 fuentes de financiación diferentes. Y si “la harmonización de los acuerdos de coproducción europeos van por el buen camino, está el hecho de que cada país tiene su propia legislación e intenta proteger su propia industria cinematográfica y técnica. Habría que ir más allá y equilibrar más el funcionamiento de los sistemas nacionales de ayuda a la producción y también los “derechos de autor”. Cuestión difícil, ya que cada país defiende sus propios intereses y enlaza su propio sistema de ayuda a los gastos que se tienen que efectuar en el territorio nacional. El sistema de ayudas del CNC francés (75 céntimos por entrada destinados al productor para invertirlos en la próxima película) por ejemplo, está basado en un sistema de puntos que disminuye al aumentar la presencia de coproductores extranjeros.
Estamos de acuerdo al considerar que actualmente la coproducción europea es una necesidad vital, los 3 productores franceses han destacado que los tiempos de montaje son demasiados largos y a veces problemáticos a nivel de competencias y experiencia de los socios.
Conocer la motivación de los coproductores es un dato esencial, considerando las numerosas sociedades que se unen tarde y acaban por no participar realmente en el desarrollo de la película. De esta manera, un productor que ha gastado dinero y energía en un proyecto, arriesga al ver cómo se le escapan los derechos de la película, limitándose a tener que proteger la recaudación en el mercado nacional.
Según Patrick Sobelman, es primordial crear una red para las coproducciones con asociados más sólidos y colaboradores. Alianzas que se consiguen con el tiempo.

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