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Todos unidos contra el conflicto

por 

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No se asiste muy a menudo a una entrega de premios tan cargada de emoción y sinceridad como la de la XVII edición de los premios Goya, transmitida en directo por TVE 1, y pocas veces un evento de este tipo ha suscitado tanta polémica. En un horario de máxima audiencia los protagonistas del cine español mostraron su aspecto más humano y cercano a los espectadores, que quieren creer en ellos y poder soñar con ellos.

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La presidenta de la Academia, Marisa Paredes, elegante y muy guapa en un vestido de noche color verde esmeralda de Sybilla, dio la bienvenida a los asistentes afirmando que se trataba de una velada libre, la velada del cine español, de los premios Goya. “No hay que tener miedo de la cultura, del entretenimiento, ni de la libertad de expresión ni mucho menos de la sátira, del humor. Hay que tener miedo de la ignorancia y del dogmatismo, hay que tener miedo de la guerra”.
La platea estalló en un fuerte y sentido aplauso, el espectador se daba cuenta de que se prestaba a asistir a una ceremonia rica en contenido social.

“Otro motivo para relajarnos –continuó la presidenta- es que no hablaré de la crisis, estamos aquí para brindar por el cine español, por el gran interés que suscita aquí y en el exterior. En nuestro cine hay talento, creatividad, ilusión. Dinero no, pero esto tal vez se pueda resolver con ayuda de todos. Somos críticos con nosotros mismos y en nuestra cinematografía, como en todo el mundo, se cometen errores. Hay películas buenas y malas y hay también milagros a pesar de las producciones de Hollywood (…) Pero el buen cine, venga de donde venga, ¡nos gusta! Necesitamos la convivencia, no la invasión, aire libre para expresarnos, necesitamos que nos dejen competir en igualdad de condiciones. Este es un país con mucha historia, mucha identidad, con la riqueza de varios idiomas, y que comparte con Hispanoamérica su excepcionalidad cultural, hagamos lo posible por entendernos y defendamos nuestro cine”.

No era, evidentemente, el momento para hablar de una crisis que requiere de medidas concretas por parte del gobierno y no de discursos fáciles y superfluos, como siempre ha sucedido. Era una fiesta del cine español y pocas veces, como en esta edición, las películas candidatas hablaban por sí mismas de la buena calidad de esta cinematografía, poniendo de acuerdo incluso a los críticos. La presidenta terminó con una broma, pidiendo un cigarrillo: “He prometido dejar de fumar si se resuelve el problema del cine”.

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