20/03/2007 - Una coproducción europea de animación que adapta un best-seller: las aventuras de una joven princesa para los más pequeños, el misticismo de Akhenaton para los más grandes

"Desde la cumbre de estas pirámides, 40 siglos nos contemplan". Estas palabras de Napoleón Bonaparte pronunciadas en 1798 en Gizeh resumen bien la fascinación ejercida sobre las personas por el antiguo Egipto, un poder de atracción que ha atravesado las épocas hasta ofrecerse hoy una declinación en forma de una película de dibujos animados susceptible de seducir a un amplio público: La Reine Soleil [+lee también:
tráiler
entrevista: Léon Zuratas
entrevista: Philippe Leclerc
ficha de la película]. Ya que contrariamente a su antecesor hollywoodiano El Príncipe de Egipto, el largometraje de Philippe Leclerc (Los chicos de la lluvia) hunde sus raíces en el centro de la civilización de los faraones. Adaptación de la novela epónima de Christian Jacq, el escritor apasionado de egiptología cuyas obras se venden por millones en todo el mundo, La Reine Soleil se ocupa en efecto, al amparo de las animadas aventuras de una princesa y de un muchacho de su edad, de la exploración de un personaje fuera de norma y digno del interés de los espectadores adultos: Akhenaton el místico.

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Habiendo reinado sobre Egipto de 1355 a 1337 AC, este faraón llevó a cabo una revolución religiosa instaurando el culto monoteísta del Sol. Ordenando destruir las imágenes de numerosas antiguas divinidades, hizo vacilar el poder de los sacerdotes que contraatacaron acusándolo de herejía y aliándose con el jefe del ejército, todo ello mientras que los hititas amenazaban las fronteras. Tantos ingredientes que constituyen una tela de fondo ideal para los guionistas Gilles Adrien y Hadrien Soulez-Larivière que, teniendo de por medio al joven público, eligieron centrar la intriga en las desaventuras de Akhesa, la hija de Akhenaton. Sin defensa ante el hermetismo de un padre que se desinteresa peligrosamente de la gestión del país y que se aísla a las lindes de la locura en su Ciudad del Sol, la joven se escapa de Tebas para buscar ayuda junto a su madre Nefertiti que vive recluida en otra región de Egipto. Ayudada por Thout (futuro Toutankhamon), emprende un viaje iniciático donde no faltaran los peligros, desde los cocodrilos del Nilo a las trampas del desierto, desde la vida de la calle a la revelación de las conspiraciones pasando por el cara a cara con mercenarios. Aventuras que harán crecer a los dos muchachos en una carrera contra reloj para salvar el faraón y Egipto.

Pero más allá de las aventuras salpicadas de humor, el arte de Philippe Leclerc consistió en inyectar lo fantástico y lo sobrenatural en relación con la misteriosa mitología egipcia. Telepatía, viaje del faraón hacia el más allá..., momentos de magia pura abren La Reine Soleil a una dimensión onírica que se agrega perfectamente al relato de aventura y el contenido "histórico". Y la forma en 2D en la cual una bonita carta gráfica fue definida por el británico Neil Ross refuerza esta posición de lectura a varios niveles. El estilo purificado se combina en efecto con una rica paleta de colores, un sentido agudo de los detalles y símbolos discretos, la arquitectura de las pirámides y templos que facilitan, en particular, este enfoque "oculto". Y la película aprovecha también del talento del famoso jazzman vanguardista Didier Lockwood que mezcló la música oriental al Rythm and Blues, y que además se inspiró de Debussy, Fauré y Ravel. Una ciencia de la combinación que hizo eco al montaje financiero de La Reine Soleil dirigida por Belokan Productions y que asoció en la dificultad (ver el interview de Léon Zuratas) a Francia, Hungría y Bélgica.

(Traducción del francés)