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Reino Unido: estudio sobre la salud del sector cinematográfico y perspectivas futuras (feb 2003)

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El año 2002 fue otro año más de recesión en el marco de una industria muy poco estable. Un estudio sobre la salud del sector cinematográfico británico y sus perspectivas futuras.

Despacio pero lejos

“Tuvimos un auge y ahora tenemos un retroceso: ¿os suena a algo?”. Las duras palabras de Alan Parker, lanzadas a los profesionales del sector el pasado mes de noviembre en la apertura del encuentro del Consejo Británico del Cine sobre el futuro de la industria cinematográfica británica, son muestra de la difícil realidad a la que el cine inglés se enfrenta.
El año 2002 fue otro año más de recesión en el marco de una industria muy poco estable que intenta prosperar construyendo cimientos sólidos. Contagiada por la recesión económica mundial, la producción del Reino Unido ha caído un 5 por ciento, las ventas independientes luchan por no desaparecer y dos de los mayores patrocinadores televisivos, Granada Film y Film Tour, han cerrado sus puertas. A pesar de ello, el cuadro dista de ser apocalíptico.

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Las grandes empresas estadounidenses volvieron con fuerza el año pasado con grandes producciones como el último James Bond, Lara Croft, Tomb Raider 2, suponiendo un buen arreglo para la inversión nacional: el dinero proveniente de subsidios y ayudas financieras supuso una alternativa válida a la financiación de los accionistas, y acercó el mercado británico al resto de Europa.
En cuanto al número de espectadores, la cifra de entradas vendidas en 2002 es la mayor desde 1972 y, además, muchas películas británicas obtuvieron importantes reconocimientos internacionales.
Un estudio de Cineuropa sobre la salud del sector cinematográfico británico y sus perspectivas futuras.

1. Hechos y números

Empecemos por los hechos crudos que muestran las cifras de la producción británica según el análisis de la revista “Screen Finance”. El año pasado entraron en producción 84 películas con una participación británica más o menos importante y una inversión total de 864,24 millones de euros, ligeramente menos que en 2001, año en que para 83 películas se invirtieron 910,65 millones. El peor resultado se registró en 1995, con solamente 52 películas producidas.
Encabezaron las inversiones en la industria cinematográfica británica, como siempre, las producciones de Hollywood, con 6 películas estadounidenses rodadas entera o parcialmente en el Reino Unido con un presupuesto total de 212 millones de euros; de éstos, 100 millones para Lara Croft y Tomb Rainer 2 y 40 para Shanghai Knights de Jackie Chan. Si agregamos los 137 millones de la última película de James Bond, producida por la británica Eon Production para MGM/UA, es evidente que estos cuatro títulos suponen el 34,4 por ciento de toda la inversión realizada en el Reino Unido.

La fuerte participación de los estudios estadounidenses en la cinematografía inglesa puede resultar un problema a la hora de determinar qué hace que una película inglesa verdaderamente sea inglesa. La duda saltó en las candidaturas de los próximos premios BAFTA, en las que la película de Stephen Daldry Las horas compite por el premio a la mejor película británica del año a pesar de haber sido financiada completamente por Miramax y Paramount: una decisión que podría parecer una verdadera amenaza económica y cultural para el resto de Europa.

La industria británica, sin embargo, ha aprendido a convivir y a sacar provecho de esta situación, como lo confirma el propio Alan Parker: “Tenemos que dejar de preocuparnos por la nacionalidad del dinero. Por el contrario, debemos fomentar que se invierta en nuestras películas desde todo el mundo, sin desnaturalizar las raíces culturales de nuestra producción”.

No obstante, otra tendencia habida en 2002 mostró que hay una caída continua de la producción interna, con 51 películas en 2001 y 41 en 2002, menos de la mitad de las películas que se hicieron en el año del boom, 1997 (84 títulos).

El presupuesto medio de una producción nacional fue de 6,1 millones de euros, un ligero aumento con respecto a los 5,3 millones de 2001. Pero fueron dos títulos los que contribuyeron en gran medida a aumentar esta cifra y el gasto total en producción: el Bond de la parodia de Rowan Atkinson, Johnny English, que costó 83 millones, y la comedia romántica Love Actually [+lee también:
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de Richard Curtis con Hugh Grant y un coste de 30,5 millones. Vale la pena señalar que ambas fueron producidas por la prolífica Working Title, que produjo ella sola cuatro películas en 2002.

2. Dinero fácil y mercado en auge

A pesar del menor número de películas realizadas, a muchos profesionales británicos con gran experiencia, sobrevivientes de la crisis de los años ochenta, no les preocupa la caída actual en la producción nacional.
“Con el cierre de Film Four y de Granada Film en 2002 perdimos algunas excelentes fuentes de financiación, pero no creo que estemos en una crisis de producción”, comenta Rebecca O’Brien, productora habitual de Ken Loach. Nik Powell expresa una opinión semejante: “Hoy hay en el Reino Unido mucho más dinero que antes. Sí, el mercado de las ventas anticipadas está débil, pero el mercado que se basa en las subvenciones fiscales y en las coproducciones está muy fuerte”.

El financiamiento público se concentra, por ahora, casi exclusivamente en las generosas manos del Consejo Británico del Cine, que maneja cada año unos 75 millones y medio de eurosScottish Screen, el Fondo de Cine de Glasgow y el Fondo para Cine y Televisión de la Isla de Man, representan ayudas públicas alternativas o complementarias, tanto para el Reino Unido como para los productores extranjeros.

En 2002 el Consejo Británico financió 11 películas gracias a la concesión de la Lotería Nacional, entre ellas cinco coproducciones europeas: Helen of Peckham y The Magic Roundabout (Francia-RU), The Girl With a Pearl Earring [+lee también:
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(RU-Luxemburgo), Intermission (Irlanda-RU) y One Love (RU-Noruega). El fondo regional más dinámico del año pasado fue el Scottish Screen, que utilizó su presupuesto anual de casi dos millones de euros para financiar seis películas, entre ellas dos coproducciones europeas: The Bum’s Rush (RU-Noruega) y Skagerrak (RU-Dinamarca).

En los últimos cinco años los incentivos fiscales a las ventas y al leasing así como los programas de financiación para la producción han compensado la desaparición gradual de formas de financiación más tradicionales y atraído a un cada vez mayor número de inversores al mercado británico. En 2001 se recaudaron cerca de 2 millones y medio de euros con varios incentivos fiscales y, como las producciones de las televisiones fueron excluidas el verano pasado de estos incentivos, la búsqueda de inversores potenciales tanto nacional como extranjeros aumenta cada vez más.

El programa de ventas y leasing del artículo 48 de la ley financiera aprobada en 1995 y prorrogada hasta 2005 establece que en el primer año se amortizará el 100 por ciento de las inversiones en producciones o en adquisiciones de películas británicas cuyos presupuestos sean inferiores a 22,7 millones de euros, y el artículo 42 ofrece un menor gravamen fiscal sin poner límites al presupuesto.
Las coproducciones contempladas por los acuerdos oficiales con el Reino Unido (incluidas Francia, Italia, Alemania e Irlanda) o con la Convención Europea Cinematográfica deben gastar un mínimo del 20 por ciento de sus costes de producción en el Reino Unido, porcentaje que baja al 10 por ciento para coproducciones entre tres socios.

Los productores pueden asegurarse una importante financiación anticipada que cubre por lo menos del 10 al 13 por ciento de sus presupuestos a través de ventas o de leasing, y otros programas de producción basados en impuestos que florecieron en 2002 son capaces de ofrecer a los inversores hasta un 50 por ciento del presupuesto de una película en financiación con acciones.

Inside Track, por ejemplo, el nuevo fondo accionario instituido en el Reino Unido por Suzie Gold y Girl With a Pearl Earring [+lee también:
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, así como la película de Icon Entertainment International, Blackball.
Para atraer a un mayor número de inversores extranjeros, principalmente europeos, Ingenious Media acaba de nombrar al ex director de British Screen, Simon Perry, director de coproducciones.

3. Coproducciones en aumento

Si en los últimos dos años muchos productores extranjeros han intentado entrar en el paraíso británico de las facilidades económicas, la atracción ejercida por los evidentes incentivos fiscales y la mano de obra y servicios de postproducción más baratos en países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Irlanda, Alemania, Luxemburgo y Europa del Este ha animado a muchos productores británicos a rodar en el extranjero.

En 2002, especialmente, la tendencia muestra menos películas extranjeras rodadas en el Reino Unido (17 en 2001, 15 en 2002), mientras que 28 coproducciones se rodaron en el extranjero. Los países que más coprodujeron con el Reino Unido fueron Francia y Canadá (6 películas cada uno), seguidos por Alemania e Irlanda (4 películas), Italia, Noruega y Luxemburgo (3 películas) y Holanda y Europa del Este (2 películas).

Acerca de la naturaleza cada vez más internacional de la industria cinematográfica, evidenciada por el alto número de coproducciones rodadas en el extranjero el año pasado, ha hablado Steve Norris, comisario del Consejo Británico del Cine, que explica la estrategia del Consejo para el futuro: “Si queremos construir una industria cinematográfica sólida y en auge, es necesario seguir ofreciendo talento e infraestructuras que puedan atraer a los cineastas del otro lado del océano a realizar películas nacionales de buena calidad que serán distribuidas y vistas tanto en el Reino Unido como en el resto del mundo”.

En el futuro próximo la industria británica del cine deberá ser capaz de abordar cambios radicales en línea con la nueva apertura del mercado televisivo a finales de 2003 y con el final de los incentivos fiscales a finales de 2005. El Consejo Británico seguirá trabajando este año para consolidar su apoyo a la producción, la distribución y las salas, y presionará al gobierno para que introduzca nuevas medidas que fortalezcan a la industria nacional: incentivos para la distribución en sustitución de los ya existentes para la producción y cuotas por parte de las cadenas de televisión que fomenten la inversión en producciones nacionales, como ya sucede en muchos países europeos.

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