24/04/2008

Ruedan en estos mismos días en la capital de Cataluña dos directores que comparten el nombre, Ventura, pero cuya experiencia como cineastas no puede ser más distinta. Así, el primer Ventura, de apellido Pons, uno de los puntos cardinales de la cinematografía española y catalana, está grabando la que será su vigésima película, titulada Forasters, mientras que el otro, Durall, se encuentra inmerso en su primer largometraje, Las dos vidas de Andrés Rabadán.

El nuevo trabajo de Pons es una adaptación de una obra teatral de Sergi Belbel, al cual ya se había acercado en Carícies (1997) y Morir (o no) (1999). La producción de Forasters correrá a cargo del mismo Pons, como en él es habitual, a través de Els Films de la Rambla y será rodada en catalán. La historia narra la vida de una familia que, tras sufrir dos hechos traumáticos con cuarenta años de diferencia entre uno y otro, ve alterada su supuesta armonía por la llegada de unos nuevos vecinos. El reparto está encabezado por Anna Lizaràn, una habitual de Pons, con el cual ya ha colaborado en El perquè de tot plegat, Actrius y Morir (o no) , y Joan Pera, un conocido actor de televisión en su debut en la gran pantalla.

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Por su parte, el debut como director de Durall, que será producido por Nanouk Films y Mencheta Benet, se basa en la vida real de Andrés Rabadán, que saltó a las páginas de los periódicos en 1994 cuando asesinó a su padre con una ballesta. Fascinado por la ambigua personalidad y desbordante creatividad de Rabadán (publicó desde la cárcel varios libros y pintó innumerables cuadros), Durall entabló con él una relación que dio lugar a un documental, la base de éste su primer largo. Protagonizado por Alex Brendemühl en el papel de Rabadán, se trata de un drama intimista sobre los claroscuros de su personalidad.