de Federico Greco y Mazzino Montinari

Si Être et avoir, con sus pequeños protagonistas, muestra la vida en su apertura infinita y maravillosa a un futuro imprevisible, Bellaria - So lange wir leben muestra un período de la existencia humana completamente opuesto. Los personajes del documental de Douglas Wolfsperger han llegado al final de un ciclo y su mirada se dirige únicamente al pasado, a lo que ha sido y no será nunca más. El hilo conductor de la estupenda película de Nicolas Philibert es un maestro que anima a los niños a seguir adelante sin saber la dirección que estos tomarán. Por el contrario, lo que une al melancólico y extraño grupo rodado por Wolfsperger es un cine, el Bellaria, en el que se reúnen viejos desempleados y viejas películas de los años 30 y 40. A esa sala vienesa acuden todas las tardes unas cuarenta personas mayores que repiten un rito viendo películas y actores que les recuerdan su juventud. Su existencia está hecha sólo de recuerdos. Su mundo ya no existe y sólo un viejo cine puede devolverle la vida todos los días durante unos minutos.

Señor Wolfsperger, ¿cómo supo del cine Bellaria?
"Leyendo el periódico me enteré de que había este local en Viena. Movido por la curiosidad fui de inmediato a la capital austriaca a verlo con mis ojos. Descubrí que un grupo de ancianos se reunía todos los días a las cuatro de la tarde en el Bellaria para ver películas de los años 40. Al conocerlos entendí que sus historias serían perfectas para un documental".

¿Cuánto tiempo necesitó para hacer el proyecto?
"La preparación de la película fue muy larga y fue difícil conseguir dinero para financiar el proyecto. Para el rodaje se necesitaron tres semanas y media; el trabajo total duró tres meses. En este lapso de tiempo observé a los personajes en su vida cotidiana, sin saber lo que iba a pasar cada vez. Algunas situaciones se previeron, pero sólo porque era necesario saber por anticipado donde colocar el equipo. No había un guión en regla, sólo había escrito un texto de quince páginas. Lo más difícil fue el montaje".

Obviamente, el documental se ha proyectado también en el Bellaria
"Sí, y tengo que decir que al principio me preocupaba un poco porque pensaba que alguno de los protagonistas, al haber contado cosas personales, se podría sentir incómodo. Por el contrario, al final todos quedaron satisfechos e incluso firmaron autógrafos. Yo estoy muy contento, tanto por haber conocido a estas personas como por el éxito que el documental ha tenido en muchos festivales".