No se tiene mucho conocimiento sobre la catástrofe de la que escaparon Ana y Hannah ni los esfuerzos que han hecho para llegar a esa isla desolada. Una vez encuentran agua y una casa abandonada entre las dunas, Anna regresa a su rutina de cuidar a Hannah. La distancia es a la vez una necesidad y una tortura para ambas, pues son amantes. La frágil condición de Hannah les recuerda a las mujeres que su tiempo juntas pronto llegará a su fin. Un día Hannah ve a alguien en la playa. Un destino amargo golpea a las mujeres. El intruso es la muerte que las siguió hasta la isla.