Cuando dejé la isla en la que nací, no fue una partida, sino una huida. En el camino hacia mi pueblo había un acantilado que daba al mar donde se formaba un vórtice. El mismo acantilado donde mi padre fue a buscar hierbas medicinales y desapareció en el agua. Vuelvo a otra isla, un lugar árido que me resulta familiar. He venido aquí para un encuentro con un hombre dañino y desesperado. Dice que está dispuesto a exponer la violencia que lleva dentro. Este hombre tiene la respuesta a mis miedos más profundos y la clave para desarmarlos.